"No tengáis miedo"

domund, OMP, Amor de Dios
El Vaticano ha hecho público el Mensaje del Papa Francisco para la 92 Jornada Mundial de las Misiones que se celebrará el domingo 21 de octubre de 2018.
En el texto, el Santo Padre invita a todos los cristianos, especialmente a los jóvenes, a llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra, testimoniando el amor de Dios.
Cada hombre y mujer es una misión, y esta es la razón por la que se encuentra viviendo en la tierra. Ser atraídos y ser enviados son los dos movimientos que nuestro corazón, sobre todo cuando es joven en edad, siente como fuerzas interiores del amor que prometen un futuro e impulsan hacia adelante nuestra existencia. Nadie mejor que el joven percibe cómo la vida sorprende y atrae. Vivir con alegría la propia responsabilidad ante el mundo es un gran desafío.
Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia, se realiza por el “contagio” del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor. No se puede poner límites al amor: “Fuerte como la muerte es el amor” (cf. Ct 8,6). Y esa expansión crea el encuentro, el testimonio, el anuncio; produce la participación en la caridad con todos los que están alejados de la fe y se muestran ante ella indiferentes, a veces opuestos y contrarios. Ambientes humanos, culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio de Jesús y a la presencia sacramental de la Iglesia representan las extremas periferias, “los confines de la tierra”, hacia donde sus discípulos misioneros son enviados, desde la Pascua de Jesús, con la certeza de tener siempre con ellos a su Señor (cf. Mt 28,20; Hch 1,8). En esto consiste lo que llamamos missio ad gentes. La periferia más desolada de la humanidad necesitada de Cristo es la indiferencia hacia la fe o incluso el odio contra la plenitud divina de la vida. Cualquier pobreza material y espiritual, cualquier discriminación de hermanos y hermanas es siempre consecuencia del rechazo a Dios y a su amor.
Queridos jóvenes: el próximo octubre misionero, en el que se desarrollará el Sínodo que está dedicado a vosotros, será una nueva oportunidad para hacernos discípulos misioneros, cada vez más apasionados por Jesús y su misión, hasta los confines de la tierra. A María, Reina de los Apóstoles, a los santos Francisco Javier y Teresa del Niño Jesús, al beato Pablo Manna, les pido que intercedan por todos nosotros y nos acompañen siempre. 


- Texto Bíblico: Mt 10, 26-31               
“No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones”.

Pasos para la lectio divina
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?


-Comentario:
El "no tengáis miedo", que se repite una y otra vez en el evangelio, está encuadrado en el contexto de la misión. Jesús acaba de decir a sus seguidores que les perseguirán y les encarcelarán.
Sin embargo, está claro que la advertencia podemos aplicarla a todas las situaciones de miedo paralizante que podemos encontrar en la vida. No sólo porque Jesús dice lo mismo en otros contextos, sino porque así lo insinúan las bellísimas imágenes de los gorriones y los cabellos.
El miedo es un sentimiento que surge en la persona ante un estímulo que interpreta como peligroso para su subsistencia. Es un logro de la evolución y por lo tanto bueno. Su objeto primero es defendernos; sea huyendo, sea dándonos energía para enfrentarnos a la amenaza.
Pero el ser humano puede ser presa de un miedo aprendido racionalmente, que le impide desplegar su humanidad. Este miedo artificial, en lugar de defender, aniquila, es lo más contrario que podamos imaginar a la fe-confianza.
Si Jesús nos invita a no tener miedo, no es porque nos prometa un camino de rosas. No se trata de confiar en que no me pasará nada desagradable, o que, si algo malo sucede, alguien me sacará las castañas del fuego. Se trata de una seguridad que permanece intacta en medio de las dificultades, sabiendo que los contratiempos no pueden anular nuestro ser. Dios no es la garantía de que todo nos va a ir bien, sino la seguridad de que Él estará ahí en todo caso.
La confianza no surge de un voluntarismo a toda prueba, sino de un conocimiento cabal de lo que Dios es para nosotros. Aceptar nuestras limitaciones y descubrir nuestras verdaderas posibilidades, es el único camino para llegar a la total confianza.
La confianza es la primera consecuencia de salir de uno mismo y descubrir que mi fundamento no depende de mí. El hecho de que mi ser no dependa de mí, no es una pérdida, sino una ganancia, porque depende de lo que es mucho más seguro que yo mismo. Mi pasado es Dios mismo, mi futuro es también Dios; mi presente está en manos de Dios y no tengo nada que temer. Sólo el afán de seguridades y de controlar mi propio ser, es el que me mete por ese callejón sin salida que es la zozobra, el malestar, la inseguridad, en una palabra, el miedo.
Confiar en Dios es confiar en nuestro propio ser, en la vida, en lo que somos de verdad. Se trata de descubrir que Dios es el fundamento de mi propio ser y que puedo estar tan seguro de mí mismo como Dios está seguro de sí. Por eso mismo, tenemos que confiar totalmente en él, porque nada puede cambiar de su amor y compromiso. La causa de Dios es la causa de la persona creada por Él. (Fray Marcos)


ORACIÓN POR LAS VOCACIONES  “AMOR DE DIOS”

Padre bueno, Jesús nos dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”. Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”.
Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad,  te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor.
Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.





"Qué hermoso es servir a los pobres y servirlos tan solo por amor a Dios." (J. Usera)

Comentarios

Entradas populares de este blog

"He venido a dar plenitud"

“Salió el sembrador a sembrar”

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”