“Se levantó y lo siguió”

Queridos amigos de la dinámica de oración por las vocaciones Amor de Dios, iniciamos este mes con la celebración de Todos los Santos. Su ejemplo nos anima a seguir a Jesús con prontitud y generosidad; confiando en él podremos llegar a la meta.

 

Unidos en la oración.






Amor de Dios, oración, vocacionesHoy, que las redes y los instrumentos de la comunicación humana han alcanzado desarrollos inauditos, sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. De este modo, las mayores posibilidades de comunicación se traducirán en más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos. Si pudiéramos seguir ese camino, ¡sería algo tan bueno, tan sanador, tan liberador, tan esperanzador! Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos. El ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, las actitudes defensivas que nos impone el mundo actual. Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio. Porque, así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relaciones interpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad. Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura. (EG 87-88) 


ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS

 -Texto Bíblico: Mc 2, 13-17 
Amor de Dios, oración, vocaciones
Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme». Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que lo seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores». 


 - Pasos para la lectio divina 

1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra? 

2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento. 

3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc. 

4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga? 


- Comentario 

“Jesús al pasar vio a Leví”. Seguramente Jesús ya lo había visto antes en su corazón, como sucedió con Natanael. En esta ocasión Jesús pasó y lo “vio”. Seguramente Leví también “vio” a Jesús. No sabemos si en su corazón intuía la llamada, pero también miró a Jesús a los ojos y esto hizo posible el “sígueme”. Leví no miró para otro lado, no bajó la vista. Miró a Jesús y de este cruce de miradas surgió el “sígueme”. Jesús sabía quién era Leví y no lo pensó dos veces. Estaba “sentado en el despacho de impuestos”. No era alguien sin identidad para Jesús como tampoco era alguien muy recomendable para los demás. Tres verbos seguidos: “sígueme”, “se levantó”, “lo siguió” No hubo espacio ni tiempo para la duda. ¿Acaso Leví sabía a dónde tenía que ir? Como una vez Abraham se puso en camino quizá detrás de un desconocido o de alguien de quien sólo había oído hablar por referencia. Pero algo lo había cautivado. La fuerza de su mirada le había tocado el corazón y desde entonces sintió que algo nuevo y grande estaba naciendo dentro de él. ¿Cómo no levantarse y seguirlo? Pero algo singular. Después de ese “sígueme”, en realidad fue Jesús quien siguió a Leví, sí, hasta su casa. Jesús nos llama para que lo dejemos entrar en nuestra vida. Caminar con Jesús significa fiarnos plenamente de Él. ¡Qué curioso! Leví no pensó, al invitar a Jesús, que debía invitar allí a los amigos que estuvieran a la “altura” del visitante. Gente buena… Leví dejó que Jesús entrara en su mundo, sin aparentar. Como era. No pensó ni siquiera en preguntarles a sus discípulos, a quienes también dejó entrar, qué sería lo más conveniente para ese encuentro. También los discípulos entraron porque cuando entra Jesús en una vida, entra también la comunidad, entran sus amigos. Todo transcurría en calma hasta que se oyó una pregunta y esta vez venía de los fariseos, quienes no se sintieron capaces de enfrentar a Jesús y se dirigieron a los discípulos. ¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores? Y ya sabemos la respuesta. Se trata de la verdadera necesidad. Un sano no necesita un médico, un enfermo sí. Jesús mismo lo dice: “No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores». Sólo el pecador que se siente necesitado de la misericordia de Dios podrá escuchar su palabra “sígueme”. ¿En qué forma dejamos que Jesús entre en nuestra realidad tal cual es y le permitimos que, llamándonos nos salve? (Fidel Oñoro CJM) 


ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS” 

Amor de Dios, oración, vocacionesPadre bueno, Jesús nos dijo:”La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”. Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”. Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad, te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor. Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén. 


"Los pueblos serán felices y dichosos si la benevolencia y el verdadero afecto estrechan sus corazones." (J. Usera) 


Amor de Dios, oración, vocaciones
HERMANAS DEL AMOR DE DIOS
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Tel. 34 913001746 / 34 917160393
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