BOLETÍN nº 59: "Comunión con la Trinidad"

Santo Tomás afirma que quién recibe el Bautismo es incorporado a Cristo casi como su mismo miembro y es agregado a la comunidad de los fieles, es decir, al Pueblo de Dios. En la escuela del Concilio Vaticano II, decimos hoy que el Bautismo nos hace entrar en el Pueblo de Dios, nos convierte en miembros de un Pueblo en camino, un Pueblo que peregrina en la historia
En virtud del Bautismo nos convertimos en discípulos misioneros. Cada uno de los bautizados es un agente evangelizador. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. El Pueblo de Dios es un Pueblo discípulo -porque recibe la fe- y misionero -porque transmite la fe-.Todos en la Iglesia somos discípulos y lo somos siempre, por toda la vida; y todos somos misioneros, cada uno en el puesto que el Señor le ha asignado.
Existe un vínculo indisoluble entre la dimensión mística y la dimensión misionera de la vocación cristiana, ambas radicadas en el Bautismo. Al recibir la fe y el bautismo, los cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo que lleva a confesar a Jesús como Hijo de Dios y a llamar a Dios “Abba”, Padre. Todos los bautizados estamos llamados a vivir y transmitir la comunión con la Trinidad, pues la evangelización es un llamado a la participación de la comunión trinitaria. Nadie se salva solo. Somos comunidad de creyentes, Pueblo de Dios y en esta comunidad experimentamos la belleza de compartir, la experiencia de un amor que nos precede a todos, pero que al mismo tiempo nos pide ser «canales» de la gracia los unos para los otros. La dimensión comunitaria no es sólo un «marco», un «contorno», sino que es parte integrante de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización. La fe cristiana nace y vive en la Iglesia, y en el Bautismo se  celebra la incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su Cuerpo. (cf. Papa Francisco, Audiencia general 15 /01/ 2014)


ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
- Texto Bíblico: 2 Cor 13,11-13              


« 11Por lo demás, hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. 12 Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los santos. 13 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros».


-       Pasos para la lectio divina

1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?


- Comentario                                                          

El texto corresponde a la conclusión de la segunda carta a los Corintios, que tiene muchas semejanzas con las conclusiones de otras cartas paulinas. Pero este saludo hace referencia a la Iglesia de Corinto, marcada por las divisiones internas y el cuestionamiento que algunos hacen del ministerio de Pablo.

¡Alegraos! La alegría, fruto de la fe en Jesucristo, aparece en otros pasajes de las cartas paulinas. Al principio (1,24) ha dicho de los apóstoles que «colaboramos con vuestra alegría» (causada por Dios). La alegría es alegría en Cristo (Flp 3,1), nace del ser en Cristo. Por esto es esencial al ser cristiano. Es expresión y efecto de la salvación. Por eso, junto con la alegría, Pablo les desea el don de la salvación.
Entre los saludos finales se encuentra el saludo y el deseo de la "paz". Aquí tiene una intención y un significado especial, dada la situación de la comunidad: va referido a las luchas y divisiones internas en la comunidad corintia. El saludo se ratifica con la promesa de que el Dios de la paz y del amor habitará entre ellos. Finalmente Pablo invita al "beso santo ritual", típico de las primeras comunidades. Es un gesto que hace visible la comunión profunda entre los miembros de la comunidad.

La gracia del Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu.
La exhortación a la comunión, a la alegría, a la consecución de la paz se fundamenta en su fe en la Trinidad Santa. La presencia trinitaria llena a la comunidad de alegría, ánimo, paz, reconciliación. La comunidad tiene en la Santa Trinidad su fuente y su modelo. La referencia a la Trinidad nos habla de su importancia en la vida del cristiano. Y ello aparece más claro al profundizar sobre las tres palabras vinculadas a "los tres" de la Trinidad: Gracia, Amor y Comunión son otros nombres de la Trinidad. Jesús es regalo, gracia de Dios. El Padre es Amor primordial y primero. El Espíritu es Comunión, unidad de los diferentes. Las  personas divinas no son algo lejano y abstracto, misterioso o irracional, sino seres que se comunican y que establecen relación con el ser humano, que le hacen vivir de otro modo. Lo principal para el cristiano es la experiencia de sentirse amado y unido con el Dios Uno y Trino. Ese Dios nos ama, se entrega a nosotros y nos une con Él. Nada menos.   
Nuestro Dios es Padre-Hijo-Espíritu, es Trinidad. Pero Trinidad en-amor. Este Dios no dios solitario. Descubrir este Misterio es la clave del cristianismo. Ser cristiano es abrirse a la comunión, al amor. Salir del aislamiento. Entrar en el misterio crucificado de la entrega.


ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS”

Padre bueno, Jesús nos dijo:”La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”. Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”.
Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad, te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor.
Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.

«Para ser discípulo de Jesús es preciso estar dentro de aquel cuerpo místico en el cual depositó Jesús todos los Sacramentos, todas las gracias para nuestra salvación … Es necesario creer por el gran motivo de un Dios que nos habla por medio de su Iglesia.» (J. Usera)  


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