“¡Ha resucitado!, como había dicho”
Queridos amigos de la dinámica de oración por las vocaciones Amor de Dios, nos preparamos para celebrar los acontecimientos que a lo largo de camino cuaresmal se nos han venido anunciando: la pasión, muerte y resurrección del Señor.
Vivamos, a lo largo de estos días, nuestra participación en el misterio pascual presentando al Señor los dores y alegrías del mundo. Preparémonos para escuchar la Buena Noticia que resonará como un himno de victoria: ¡Cristo ha Resucitado! La muerte y el mal no tienen la última palabras.
Pidamos a María que nos conceda la gracia de experimentar en nuestra propia vida la resurrección Gloriosa de Cristo, que es también la nuestra.
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

Este mes de abril está marcado por la celebración de la Pascua de Resurrección y del tiempo pascual.
“¡Cristo ha resucitado de entre los muertos dándonos a todos la vida!”. Esta experiencia, que proclamamos con júbilo, nos da capacidad para asumir nuestros dolores y transformarlos en esperanza desde la convicción de que la muerte no es la última palabra en nuestra existencia.
A la luz de esta certeza brota lo mejor de nosotros mismos e irradia con todo su esplendor nuestra fe como discípulos de Jesús. Él está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva y primicia de nuestra participación en la naturaleza divina, de nuestro fundirnos como una pequeña gota de agua en el inmenso mar del corazón de Dios. Y nos levantamos con una nueva mirada sobre el mundo porque la resurrección de Jesús tiene un significado y una fuerza que vale para toda la humanidad, para el cosmos entero y, de manera particular, para los dolorosos acontecimientos que afligen a la humanidad.
La Buena Nueva de la Resurrección de Jesús es palabra poderosa que impulsa nuestra vida. Por eso en este Tiempo de Pascua debemos abrir un surco en nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en frutos de vida nueva. Es así como la Buena Noticia de que Cristo ha resucitado calará honda en nuestro ser: se entretejerá con nuestras dudas, delatando nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el gran horizonte de Dios desde donde podremos comprender el sentido y el valor de todas las cosas. Cristo resucitado se hunde en nuestro corazón y desata una gran batalla interior entre la vida y la muerte, entre la esperanza y la desesperación, entre la resignación y la consolación. La experiencia pascual desata una dinámica de vida hecha de búsquedas y encuentros, de conversión y de fe, de gestos contagiosos de amor gozoso y apasionado que se convierte luego en impulso misionero.
El día 27 celebramos con gozo el 154 aniversario de la fundación de la Congragación de Hermanas del Amor de Dios. Nos unimos en la acción de gracias por los dones recibidos y ofrecidos a través de esta obra del Espíritu iniciada por Jerónimo Usera y que sigue haciendo presente, “dondequiera se crea necesario”, el amor gratuito de Dios.
ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
-Texto Bíblico: Mt 28,1-8

Pasos para la lectio divina
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
- Comentario
«En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro». Podemos imaginar esos pasos…, el típico paso de quien va al cementerio, paso cansado de confusión, paso debilitado de quien no se convence de que todo haya terminado de esa forma… Podemos imaginar sus rostros pálidos… bañados por las lágrimas y la pregunta, ¿cómo puede ser que el Amor esté muerto?
A diferencia de los discípulos, ellas están ahí; dos mujeres capaces de no evadirse, capaces de aguantar, de asumir la vida como se presenta y de resistir el sabor amargo de las injusticias. Y allí están, frente al sepulcro, entre el dolor y la incapacidad de resignarse, de aceptar que todo siempre tenga que terminar igual.
«De pronto tembló fuertemente la tierra». De pronto, estas mujeres recibieron una sacudida, algo y alguien les movió el suelo. Alguien, una vez más salió, a su encuentro a decirles: «No temáis», pero esta vez añadiendo: «Ha resucitado como lo había dicho». Y tal es el anuncio que generación tras generación esta noche santa nos regala: No temamos hermanos, ha resucitado como lo había dicho. «La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo» (cfr R. Guardini).
El latir del Resucitado se nos ofrece como don, como regalo, como horizonte. Y eso es lo que se nos invita a anunciar: el latir del Resucitado, Cristo Vive. Dios, una vez más, sale a nuestro encuentro para establecer y consolidar un nuevo tiempo, el tiempo de la misericordia. Eso cambió el paso de María Magdalena y la otra María, eso es lo que las hace alejarse rápidamente y correr a dar la noticia. Eso es lo que las hace volver sobre sus pasos y sobre sus miradas. Vuelven a la ciudad a encontrarse con los otros.
Así como ingresamos con ellas al sepulcro, volvamos sobre nuestros pasos, sobre nuestras miradas.
Vayamos con ellas a anunciar la noticia, vayamos a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad.
Vayamos y dejémonos sorprender por este amanecer diferente, dejémonos sorprender por la novedad que sólo Cristo puede dar. Dejemos que su ternura y amor nos muevan el suelo, dejemos que su latir transforme nuestro débil palpitar. (De la homilía del Papa Francisco15 de abril de 2017)
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS”

Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
"Buscaré almas generosas que quieran servir a Dios de balde y que solo tengan por recompensa consumirse en el Santo amor de Dios” (J. Usera)
Comentarios
Publicar un comentario