“Tus pecados te son perdonados”
ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
-Texto Bíblico: Mc 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaúm, … vinieron trayéndole un paralítico, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?».Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso?¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “¿Levántate, coge la camilla y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: “Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».
- Pasos para la lectio divina.
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
-Comentario:
El episodio del evangelio tiene lugar en Cafarnaúm, en la casa de Pedro. Le traen a Jesús un “paralítico”. Se trata de un hombre anónimo y sin voz, hundido en la invalidez y pasividad total. No puede moverse por sí mismo. No tiene iniciativa alguna. Su mal es prototipo de la incapacidad para acercarse a Jesús. Si no hay alguien que le ayude, nunca se encontrará con él. En contraste, cuatro amigos del paralítico que lo quieren de verdad, se movilizan para acercarlo a Jesús. Saben que Jesús puede ser el comienzo de una vida nueva para su amigo.
Todo comienza con una mirada de Jesús, que “ve” en el fondo de los esfuerzos de los amigos que traen al paralítico “la fe que tienen en él”. Jesús, sin que nadie le haya pedido nada, pronuncia esas palabras que pueden cambiar para siempre una vida: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Lo que está en la raíz de su mal, paralizando su vida y bloqueando su libertad, es el pecado. Por eso Jesús le ofrece su perdón gratis, de manera incondicional e inmediata.
Se nos dice que había allí unos escribas, ellos estaban “sentados”. Ni les preocupa aquel enfermo ni tienen fe alguna en Jesús. Se sienten maestros y jueces, lo saben todo acerca de Dios y saben que Jesús “está blasfemando”. Ellos saben que para recibir el perdón de Dios es necesario subir al templo y ofrecer los sacrificios prescritos por la ley.
Jesús intuye lo que piensan y no entra en discusiones teóricas sobre Dios que es amor y le impulsa a perdonar gratuitamente a los pecadores liberando su vida del pecado. Realizará ente sus ojos lo que, desde un punto de vista superficial, puede parecer más difícil. Curará al paralítico para que crean que su perdón no es una palabra vacía.
Jesús da al paralítico tres órdenes: “Levántate”, ponte en pie, recupera tu dignidad, libérate de lo que paraliza tu vida. “Toma tu camilla”, enfréntate a la vida con fe nueva, no tengas miedo a cargar con tu pasado, estás perdonado. “Vete a tu casa”, aprende a convivir de manera creativa y responsable con los tuyos. Estás perdonado de tus pecados y curado de tu parálisis.
El paralítico no dice nada, pero “se levanta, coge inmediatamente la camilla y sale a la vista de todos”. La gente queda admirada y da gloria Dios, que en Jesús ofrece continuamente su perdón. Ese perdón que nos puede poner en pie, liberarnos de lo que nos bloquea interiormente y devolvernos la alegría y la capacidad de comprometernos en hacer un mundo más fraterno, más sano y más digno del ser humano.
¿No podría ser este nuestro compromiso para esta cuaresma? (Cf. J.A. Pagola)
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS”
"Todo dolor, sacrificio, trabajo o alegría tiene una única razón que los sostiene: el amor de Dios." (J. Usera)
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