"Todo lo ha hecho bien", DICOVAD Agosto 2017

En la ciudad, lo religioso está mediado
por diferentes estilos de vida, por costumbres asociadas a un sentido de lo
temporal, de lo territorial y de las relaciones, que difiere del estilo de los
habitantes rurales. En sus vidas cotidianas los ciudadanos muchas veces
luchan por sobrevivir, y en esas luchas se esconde un sentido profundo de la
existencia que suele entrañar también un hondo sentido religioso. Necesitamos
contemplarlo para lograr un diálogo como el que el Señor desarrolló con la
samaritana, junto al pozo, donde ella buscaba saciar su sed (cf. Jn 4,7-26).
Nuevas culturas
continúan gestándose en estas enormes geografías humanas en las que el
cristiano ya no suele ser promotor o generador de sentido, sino que recibe de
ellas otros lenguajes, símbolos, mensajes y paradigmas que ofrecen nuevas
orientaciones de vida, frecuentemente en contraste con el Evangelio de Jesús.
Una cultura inédita late y se elabora en la ciudad. El Sínodo ha constatado que
hoy las transformaciones de esas grandes áreas y la cultura que expresan son un
lugar privilegiado de la nueva evangelización. Esto requiere imaginar espacios de oración y de
comunión con características novedosas, más atractivas y significativas para
los habitantes urbanos. Los ambientes rurales, por la influencia de los medios
de comunicación de masas, no están ajenos a estas transformaciones culturales
que también operan cambios significativos en sus modos de vida.
-Texto Bíblico: Mc 7, 31-37

Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó
por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le
presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga
la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos
y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá
(esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la
traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a
nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban
ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los
sordos y hablar a los mudos».
- Pasos para la lectio divina
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento
auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la
Palabra?
2. Meditación: Sentido del
texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este
texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de
mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto
supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la
gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso:
El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia
vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién
eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
- Comentario
La curación del sordomudo narrada por
Marcos sugiere que Jesús es capaz de “abrir los oídos” para que los “sordos”
puedan escuchar y entender la Buena Noticia de Dios. Por eso el relato se
convierte en una llamada a abrirnos a Jesús para dejarnos trabajar por Él.
La situación del sordo es lamentable.
Vive como ajeno a todo. No parece ser consciente de su estado. No hace nada por
acercarse a Jesús. Unos desconocidos se interesan por él, “lo llevan” a Jesús y
“le piden que imponga la mano sobre él” para transmitirle su fuerza sanadora.
La desgracia del sordo consiste en que
solo se oye a sí mismo, no puede escuchar ni conversar son sus amigos y
vecinos, tampoco puede oír a Jesús ni entender su mensaje. Su situación se agrava
todavía más porque la sordera atrofia su capacidad de hablar de manera
inteligible y clara. El sordomudo no puede escuchar la Palabra de Dios que se
proclama los sábados en la sinagoga, en consecuencia, no puede transmitir a sus
hijos el mensaje de la Alianza ni bendecir y alabar a Dios con himnos y
cánticos. Su vida dentro del pueblo de Dios es marginal.
Cuando Jesús oye la súplica que se le
hace para curar a aquel hombre, actúa sin tardar. Lo toma consigo, lo aparta de
la gente y se concentra sobre el sordomudo. Vive aquella curación como recogido
ante el Padre del cielo, que quiere lo mejor para sus hijos. En su actuación,
Jesús, invoca al Padre y grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar
en su mundo cerrado de sordo: “Ábrete”. En el momento en que Jesús y el enfermo
se funden en una misma fe y se abren a la acción de Dios, amigo de la vida, la
curación se hace realidad. El hombre sanado ha escuchado la orden de Jesús, se
ha abierto y ahora es capaz de vivir escuchando la Buena Noticia y comunicarla
a otros. ¿No es esta la experiencia que necesitamos vivir nosotros?
La gente quedó sorprendida y admirada. Aunque Jesús insiste
en que no lo pregonen, ellos proclaman: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los
sordos y hablar a los mudos”. Jesús les recuerda a Dios, que según el libro del
Génesis después de la creación “vio todo lo que había hecho, y todo era bueno”
(Gn 1, 31). Así es Jesús. Vive haciendo el bien.
Hemos de dejarnos trabajar por Jesús. Si abrimos nuestros
oídos a su mensaje, si entendemos su proyecto y captamos su amor a los que
sufren, llegará hasta nosotros el clamor de los más necesitados, como llegaba
hasta el fondo de su corazón, y seremos capaces de anunciar su Buena Noticia
sin tartamudeos y a muchos se les hará fácil entender nuestro “evangelio”. (Cf. J.A. Pagola)
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE
DIOS”

Santa María, Virgen
Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las
comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los
jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el
amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
"Tolerar al extraviado, sufrirlo, prestarle socorro si llega el caso,
pero no transigir ni con el error ni con la mentira." (J.
Usera)
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