“El que tenga oídos para oír, que oiga”
Todos tenemos necesidad de
consuelo, porque ninguno es inmune al sufrimiento, al dolor y a la
incomprensión. Cuánto dolor puede causar una palabra rencorosa, fruto de la
envidia, de los celos y de la rabia. C
uánto sufrimiento provoca la experiencia de la traición, de la violencia y del abandono; cuánta amargura ante la muerte de los seres queridos. Sin embargo, Dios nunca permanece distante cuando se viven estos dramas. Una palabra que da ánimo, un abrazo que te hace sentir comprendido, una caricia que hace percibir el amor, una oración que permite ser más fuerte…, son todas expresiones de la cercanía de Dios a través del consuelo ofrecido por los hermanos.
uánto sufrimiento provoca la experiencia de la traición, de la violencia y del abandono; cuánta amargura ante la muerte de los seres queridos. Sin embargo, Dios nunca permanece distante cuando se viven estos dramas. Una palabra que da ánimo, un abrazo que te hace sentir comprendido, una caricia que hace percibir el amor, una oración que permite ser más fuerte…, son todas expresiones de la cercanía de Dios a través del consuelo ofrecido por los hermanos.
A veces también el silencio es de gran ayuda; porque en algunos
momentos no existen palabras para responder a los interrogantes del que sufre.
La falta de palabras, sin embargo, se puede suplir por la compasión del que
está presente y cercano, del que ama y tiende la mano. No es cierto que el
silencio sea un acto de rendición, al contrario, es un momento de fuerza y de
amor. El silencio también pertenece al lenguaje de la consolación, porque se
transforma en una obra concreta de solidaridad y unión con el sufrimiento del
hermano. (Papa Francisco, Carta Apostólica Misericordia et misera,
ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
-Texto
Bíblico: Mc 4, 1-9
Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar.
Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar,
se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Pasos
para la lectio divina
1.
Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el
conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué
dice la Palabra ?
2.
Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy
el Señor a través de este texto bíblico?Dejo que el texto ilumine mi vida, la
vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3.
Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor
como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud,
implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4.
Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma
mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién
eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
- Comentario
Jesús se encuentre de nuevo a la orilla
del mar, le seguía una multitud, sube a una barca, se distancia un poco de la
orilla y comienza a enseñarles con parábolas. Con estos breves relatos, Jesús
busca poner a la gente en contacto con experiencias de su propia vida que
pueden ayudarles a abrirse al reino de Dios.
Los campesinos de Galilea saben lo que
es sembrar y lo que es vivir pendientes de la futura cosecha. “Salió un
sembrador a sembrar”. Lo hace con confianza, siembra de manera abundante,
incluso en lugares donde parece difícil que la semilla pueda germinar. Así es
Jesús, sale cada mañana movido por el Espíritu de Dios a anunciar la Buena
Noticia del reino de Dios. Lo hace incluso entre los escribas, los fariseos y
los vecinos de Nazaret, donde ha sido rechazado.
El relato cuenta con todo detalle lo
sucede con la siembra. Una parte de la semilla cae a lo largo del camino. La
tierra está endurecida, la semilla no puede penetrar, vienen los pájaros y se
la comen, desaparece sin dejar rastro. Otra parte cae en zona pedregosa. La
semilla solo penetra en la superficie, llega a dar un pequeño brote, pero al no
poder echar raíces, al salir el sol, se seca, la siembra termina fracasando.
Otra parte cae en tierra más abandonada, donde crecen abrojos y malas hierbas.
La semilla puede germinar y crecer, pero no llega a dar fruto. La semilla que
cayó en tierra buena no solo germina, sino que se desarrolla y da fruto
abundante.
La gente empieza a entender. Jesús
siembra como los campesinos. Al sembrar, todos saben que parte de la siembra se
puede echar a perder, pero esto no desalienta al sembrador: lo importante es la
cosecha final. Con el reino de Dios sucede algo semejante. No faltan obstáculos
y resistencias, pero la semilla sembrada por Jesús dará fruto.
Jesús deja el relato abierto: “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Los
oyentes podrán escuchar diversas llamadas. Algunos podrán tomar conciencia más
viva de que Dios está queriendo introducirse en sus vidas para hacer un mundo
nuevo. Otros podrán contagiarse de la confianza y la seguridad de Jesús: a
pesar de las resistencias y rechazos, el reino de Dios se abrirá camino. Pero,
sin duda, la parábola es sobre todo una invitación a acoger esa experiencia
nueva y sorprendente que Jesús está tratando de contagiar a todos y que él
llama “reino de Dios”. El fracaso de la siembra no se debe al sembrador, él
sigue sembrando. Si nosotros acogemos esa semilla, poco a poco germinará y
crecerá, nuestra vida se irá transformando y nos convertiremos en colaboradores
del reino de Dios. (Cf. A. Pagola)
ORACIÓN
POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS”
Confiados en esta
palabra de Jesús y en tu bondad, te
pedimos vocaciones para la
Iglesia y para la
Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción
del Reino desde la civilización del amor.
Santa María,
Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las
comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los
jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el
amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
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